“Maleno” Frías: de migrante y pandillero a goleador
- Medios Diversos
- 20 dic 2024
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Cada 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, por ello compartimos la historia del “Maleno” Frías, quien creció en Ciudad Juárez, después migró a El Paso, donde se empleó como albañil. A los 29 años debutó en Primera División con los Indios, donde se convirtió en leyenda.

Julio Daniel “Maleno” Frías Adame fue un futbolista que vistió, entre otros, los colores de Indios de Ciudad Juárez, club en el que debutó en Primera División cuando tenía 29 años. Antes de llegar al máximo circuito, el ya no tan joven jugador tuvo que superar la violencia, pandillerismo y las drogas en su Ciudad Juárez, de la que incluso tuvo que migrar.
Maleno, nacido el 29 de marzo de 1979 en aquella ciudad, sólo jugó tres años en Primera División. Eso le bastó para convertirse en un ídolo juarense. Desde su nacimiento lo acompañó su sobrenombre. Su familia comenzó a llamarlo Madaleno por su cabello, parecido al del personaje televisivo que ostentaba aquel mote y al que daba vida el comediante Francisco Fuentes.
Con el tiempo y por cuestiones prácticas, la familia, vecinos y amigos acortaron el sobrenombre y comenzaron a llamarlo simplemente Maleno, y así se le conoció desde entonces.
El beisbol corría por la sangre de su familia; algunos de sus integrantes lo practicaron de manera amateur; otros, como su tío Arnulfo La Güera Adame y su propio hermano Rafael Díaz Adame, llegaron a la Liga Mexicana de Beisbol.
La Güera Adame jugó con los Charros de Jalisco, los Algodoneros de Unión Laguna, los Pericos de Puebla, los Saraperos de Saltillo, los Rieleros de Aguascalientes y los Dorados de Chihuahua; Rafael Díaz vistió las franelas de los Saraperos de Saltillo, Rieleros de Aguascalientes y Toros de Tijuana.
Maleno se negó a seguir esa tradición y a poner el destino en sus manos… y optó por sus pies.
Cuenta a Proceso que cuando su papá abandonó a la familia, él tenía siete años, por lo que prefiere no mencionarlo. De su madre, Margarita Adame, habla con naturalidad y orgullo. Ella, dice, se fue a trabajar a California, Estados Unidos, como recolectora de cosecha. “Trabajó en el field. Se iba tres semanas y después regresaba a Ciudad Juárez”, dice Julio Daniel.
Susana, su hermana mayor, se hizo cargo de él y de su hermana menor, Yadira. Consciente del sacrificio de su familia, Maleno intentó sumarse a la causa. Tenía sólo 14 años y buscó trabajo en una maquiladora de arneses. Y como el requisito era tener mínimo 16 años y presentar copia del acta de nacimiento para comprobarlo, “que le muevo un numerito a la original y cuando saqué las copias ya tenía lo que pedían”, relata.
Esa decisión fue un punto de inflexión en su vida. Además de meterse a trabajar, continuó jugando futbol en el barrio, de lunes a viernes; los fines de semana acudía a la Unidad Deportiva Altavista con un equipo al que nombraron el Altavista. Maleno decidió dejar la escuela; sólo le faltaron dos materias para acreditar por completo la secundaria.
Fue en esa etapa cuando se fue de mojado a Estados Unidos por primera vez.
Relata: “Cuando tenía 13 años mi mamá me llevó al otro lado porque quería que estudiara allá. Los polleros que nos ayudaban a cruzar el río Bravo usaban las cámaras de las llantas de camiones, las inflaban y ponían unas tablas. La pasada estaba más fácil en aquellos años, no había tanta restricción como hoy”.
Pero no aguantó estar allá y se regresó a Ciudad Juárez, cruzando el Puente Internacional Paso del Norte. Y es que a pesar de que su familia y el futbol formaban su vida cotidiana, también estaba inmerso en la violencia y las drogas que circulaban con normalidad en aquellos tiempos en Ciudad Juárez. Y Maleno entró al pandillerismo y al consumo de narcóticos.
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